Recordemos la Masacre de Los Horcones

34 años después:

Tal vez podamos empezar a perdonar, pero nunca podremos olvidar

CAÍDOS DEL 25 DE JUNIO
DE 1975
  1. Lincoln Coleman
  2. Alejandro Figueroa
  3. Roque R. Andrade
  4. Máximo Aguilera
  5. Iván Betancourth
  6. Casimiro Sipher
  7. Ruth A. García M.
  8. Oscar Ovidio Ortíz
  9. María Elena Bolívar
  10. Bernardo Rivera
  11. Juan B. Montoya
  12. Fausto Cruz
  13. Arnulfo Gómez
  14. Francisco Colindres

Hace 34 años, en la tenebrosa noche del 25 de junio de 1975, hombres de uniforme militar y hombres con sombreros, camisas y botas vaqueras, asesinaron a sangre fría a 14 personas vestidas con ropas de campesinos unos, con uniformes estudiantiles otros y con sotanas de sacerdotes los demás. Todos eran culpables de luchar por la conquista del derecho a la Tierra, la Justicia y la Paz. Todos habían cometido el pecado de aspirar a una vida digna de Seres Humanos, en un mundo dominado por la fuerza, la injusticia y la inmoralidad.

Esa noche de barbarie, Manuel (Mel) Zelaya fue cómplice, en su propia hacienda Los Horcones en el valle de Lepaguare, departamento de Olancho, de uno de los más horrendos crímenes del siglo 20 en nuestro país, que conmovió los cimientos de toda la ciudadanía. Casi 40 años después, el Congreso Nacional, en representación del Pueblo y del Estado, reconoció y quizo desagraviar, a medias, por aquellos hechos irracionales en que hondureños se volvieron contra otros hondureños y declararon el 25 de junio como Día de los Mártires, mediante decreto del Congreso Nacional.

34 años después, venimos a decirles a nuestros compañeros, vilmente masacrados, que no los hemos olvidado y que su muerte no fue en vano, porque su heroísmo sigue alentando la lucha de los pobres de Honduras que aspiran a una vida mejor.

34 años han pasado y aún resuenan en las pampas olanchanas y en todo el país las palabras serenas y esperanzadoras de Lincoln Coleman, de Ramón Roque Andrade y de Máximo Aguilera; en las iglesias todavía se escuchan las voces firmes clamando justicia del Padre Iván Betancourth o las paternales prédicas del Padre Casimiro…; con sus libros bajo el brazo, los estudiantes aún recuerdan a Ruth Argentina García Mayorquín y todos recordamos a todos cuando escuchamos hablar de los miles de campesinos sin tierra; de los niños con hambre, de las mujeres abandonadas, de las familias sin techo y de todos los pobres de Honduras.

Casi cuatro décadas han pasado, son otros tiempos, pero los actores son los mismos o los hijos de los mismos que ahora, incrustados en puestos de poder, pretenden seguir engañando al pueblo con falsas promesas, mientras siguen derrochando los escasos recursos del país con la intención de perpetuarse en el poder para proteger intereses personales y de grupo.

Oscar Ovidio Ortiz, María Elena Bolívar Vargas, Juan Benito Montoya y Francisco Colindres no murieron en vano. Las condiciones de ese momento no ofrecían alternativas y ellos ofrendaron valerosamente sus vidas por lo que creían y por lo que seguimos creyendo: Es posible la construcción de un mundo más justo y más humano para todos; por eso no podemos olvidarlos cuando vemos el afán de los grupos de poder para llevarnos a un modelo de sociedad fundamentada en el poder omnímodo del Estado en manos de un grupo de falsos profetas que ya han demostrado su poca calidad humana. Nuestros compañeros masacrados el 25 de junio de 1975 en la hacienda de Mel Zelaya no dieron su vida por eso.

El pueblo hondureño es noble, aguantador y confiado y por eso acude cada cuatro años a votar por quienes le han ofrecido el paraíso y después simplemente lo han traicionado. El pueblo hondureño no espera dádivas de nadie porque es un pueblo trabajador y no necesita bonos tecnológicos, bolsones escolares, ni subsidios de ninguna clase; lo que quiere es que el Estado le proporcione las condiciones necesarias para poder desarrollar sus propias potencialidades como Ser Humano. Eso es lo que querían Francisco Morazán y los demás próceres y por eso entregaron sus vidas.

Independientemente de las posiciones de los otros partidos políticos y de las otras fuerzas sociales, nosotros seguimos pensando en la posibilidad de la construcción de una Nueva Sociedad Solidaria, Comunitaria, Equitativa y en Paz, sobre la base de la misma Doctrina Social Cristiana, pero no creemos en el mesianismo de nadie y mucho menos en quienes durante los últimos tres años han estado sistemáticamente engañando al pueblo con medidas populistas, resolviendo conflictos coyunturales de grupos particulares, sin ir a las verdaderas causas de la pobreza, de la injusticia y de la inequidad en nuestra Patria.

Aunque algunos compañeros se hayan olvidado de los sangrientos hechos del 25 de junio de 1975 y ahora aparezcan haciéndole el juego a los falsos profetas, nosotros seguiremos recordando a nuestros mártires no solo del 25 de junio, sino a los del 18 de febrero de 1972 y a todos los otros que han caído en la defensa de sus derechos porque tal vez podamos empezar a perdonar, pero nunca podremos olvidar.

POR EL PODER POPULAR AL PODER POLÍTICO

Juticalpa, Olancho, 25 de junio del 2009.

PARTIDO DEMÓCRATA CRISTIANO DE HONDURAS (PDCH)

Tomado de La Tribuna del 24 de junio, 2009. Pag. 30.

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